Desde hace ya algún tiempo, querido lector, por mi mente vagaba la idea de volver a escribir un libro. He de reconocer que esta idea no solamente hizo mella en mí, sino que también estaba apoyada por muchos de ustedes, que me animaban para que la pusiera en práctica, pues en los libros anteriores habían encontrado una ayuda, ese rayo de luz, la esperanza que ya creían haber perdido. Afortunadamente, Dios, en un momento determinado, quiso que así fuera. Me alegro de estar de nuevo a su disposición; me gustaría que este volumen, como los ya publicados anteriormente, volviera a ser de su agrado. En ello pongo todo mi empeño y le pido a Dios que llene mi mente con todo aquello que, a través de estas líneas, pueda ayudar al ser humano que, en los albores del siglo XXI, está necesitado más que nunca de esa ayuda que sólo alcanzará mediante su fe; que mis letras, a todo aquel que se encuentre perdido, sin amor, desesperado o incluso, a veces, vacío le sirvan de apoyo, de ilusión y con ello pueda recobrar la alegría perdida.

Al principio del prólogo, me he dirigido de forma cordial a Uds. y, como creo que, a partir de estos momentos, van a ser muchas las horas que vamos a compartir, me gustaría que mi trato fuera más familiar y nos dejáramos de protocolos para entrar en un lenguaje más íntimo y privado que nos permitiera llegar a un mejor entendimiento.

En este libro van a colaborar conmigo algunas personas; a una de ellas, Antonio Jiménez, ya la conocéis a través de mi anterior libro Los Mundos de luz y continúa siendo mi colaborador en el Centro de ayuda mental y espiritual Ángels. Trabajamos juntos desde hace ya algunos años, en los cuales nos hemos tenido que enfrentar a casos realmente alucinantes que asombrarían al más incrédulo de los mortales y pondría el vello de punta al más valiente. Esta labor la hemos desarrollado con alegría, sabiendo que los resultados que obteníamos eran muy satisfactorios y positivos: gracias a nuestra fe en el Altísimo se ha podido ayudar y alegrar la vida a muchas personas. En estos años, hemos compartido aventuras y desventuras, hemos viajado mucho y, con las experiencias cotidianas, hemos ido adquiriendo nuevos conocimientos de los cuales también quiero ha ceros partícipes, como la existencia de nuestro propio ser espiritual que todos tenemos y, a menudo, desconocemos, y la comunicación con él. ¿Cuándo entra en nuestro cuerpo, al nacer, o en el seno de la madre?, ¿Qué ocurre con él cuando nos enamoramos? ¿Y cuando nuestro cuerpo, tras la muerte física, lo abandona? Todo esto y muchas más cosas se descubrirán en las siguientes páginas y son experiencias acerca de las cuales Antonio se ha convertido, sin buscarlo, en un verdadero experto.

La voluntad de Dios quiso que un buen día apareciera por la consulta una persona que habría de compartir, sin que en aquel momento ninguno de nosotros lo supiera, el argumento de este libro. Pues así fue como nos pusieron en nuestro camino a Juan Bertrán, que con sus vivencias nos puede aportar conocimientos sobre el fenómeno OVNI, como la respuesta a sí existe vida en otros planetas. Día a día, el ser humano ha intentado descubrirlo. Son muchas las manifestaciones que últimamente se han tenido y que hasta ahora han permanecido en un secreto absoluto para todos; sólo tenían acceso algunos privilegiados: altos mandos del Ejército, el Estado, etc. Hoy en día, estos fenómenos están al alcance de todos, ya no se pueden ocultar más, pero ¿qué explicación tenemos para todo ello? ¿Somos nosotros mismos en otra dimensión, a través del tiempo, en una forma más evolucionada? ¿O quizás somos nosotros antes de bajar a la tierra como ángeles caídos? ¿Será la prueba de que, cuando abandonamos este mundo físico y primario, vamos a ese lugar del que habíamos partido, en el que tenemos la eternidad? Espero que muchas de estas preguntas que no parecen tener respuesta lógica sean resueltas de una manera satisfactoria a través de este escrito, que su lectura sea amena y de ella puedan obtener ese entendimiento que buscan.

Sería a finales del año 1995 cuando se celebró una boda como otra de tantas que se celebran durante todo el año en el Ayuntamiento de Cerdanyola del Valles, aunque ésta iba a ser totalmente distinta de lo que los novios y los invitados se figuraban. No se trató en absoluto de un día desdichado: todo se desarrolló con absoluta normalidad. La ceremonia duró unos breves minutos, durante los cuales el fotógrafo pudo captar las escenas en el interior del edificio que, junto con otras en jardines y diversos lugares bonitos, servirían para que el nuevo matrimonio pudiera recordar aquellos momentos únicos. Acto seguido, se dirigieron al restaurante donde, entre cava y exquisitos manjares, festejaron aquel feliz día junto a sus seres queridos. Así pues, todo sucedió agradablemente, incluso más de lo que muchos esperaban, ya que es sabido que, a veces, a pesar del cariño que une a los miembros de una familia, existen entre ellos pequeñas diferencias que pueden llegar a causar malos momentos, especialmente en una reunión de estas características. Sin embargo, todo entre ellos fue amor, unión y felicidad. Ese ambiente se prolongó a lo largo de toda la jornada, que concluyó entre música y baile, del cual, aprovechando un instante de distracción, se alejaron los novios en busca de mayor intimidad.

Pero en los días siguientes a la ceremonia, sin que nadie sospechara nada, se iban a desencadenar unos sucesos cuyo protagonista sería el autor de las fotos, Antonio Jiménez Puig.

Como ya he mencionado anteriormente, hace ya algunos años que Antonio y yo trabajamos conjuntamente en el Centro y somos conscientes de que nunca llegaremos a saber todo lo que quisiéramos haber aprendido ya; día a día, a través de la experiencia, nuestros conocimientos van aumentando, es la propia vida y la sabiduría que Dios nos da la que nos enseña cada vez un poco más. Estoy convencida de que, a lo largo de estos años, Antonio ha aprendido a desarrollar y utilizar sus facultades y también ha logrado pulirlas en su trabajo en el Centro. También yo, a su lado, he aprendido a reparar en cosas que quizás anteriormente ya conocía de algún modo, pero que no me había parado a analizar. Cosas como los sentimientos, el poder de la comunicación y el amor, que alcanza niveles tan enormes que, si dos espíritus afines llegan a encontrarse, en realidad serán dos en uno. Es igual que una pieza que sola no puede estar y, cuando encuentra su pieza complementaria, se acopla de tal forma que ya no funcionan la una sin la otra. Pero, ¡es tan difícil encontrar esa otra pieza, la otra mitad! En este mundo, son muchas las personas que se casan, o bien viven juntas; sin embargo, ¿cuántas son parejas reales espiritualmente hablando? Como este es un tema que nos interesa a todos los seres humanos casi por igual, aunque algunos traten de disimularlo como mejor pueden, he querido exponer en este libro las interesantes ideas que Antonio me ha referido, concretamente en el capítulo llamado "Amor".

Sin embargo, antes de encontrar la ayuda que necesitaba, Antonio se convirtió, sin saberlo, en víctima de sus propias facultades; por eso, en primer lugar, he considerado oportuno que sea él mismo quien relate su experiencia, pues nadie mejor que él puede explicar con precisión los momentos vividos hasta el día de su recuperación.

Hay cinco factores elementales que es necesario distinguir:

1. Cuando la operación la dirige tu mente;
2. Cuando es tu ser espiritual;
3. Cuando son seres espirituales que te intentan poseer;
4. Cuando el mensaje es de arriba,
5. Saber diferenciar los dolores o molestias físicas del propio cuerpo de los provocados por un ser espiritual maligno ( los dolores o molestias físicas sin motivo aparente vienen de golpe y se marchan de la misma manera;
6. Suelen ser provocados por algún ser espiritual maligno, aunque con el paso del tiempo se pueden convertir en crónicos.)

"En resumidas cuentas, para practicar los viajes astrales es primordial distinguir entre el cuerpo, la mente y el espíritu; en cualquier caso, no lo recomiendo, pues es bastante peligroso, como jugar con la vida y la muerte, porque si tu ser espiritual no encuentra el camino o un ser maligno le interfiere la vuelta al cuerpo, se rompería el cordón de plata, produciéndose la muerte física. Por otra parte, es un trabajo duro por el gran derroche de energía que se necesita.

"El aura que recubre todo el cuerpo humano es un sistema de defensa que nos protege de cualquier agresión y, a la vez, nos mantiene alerta. Por ejemplo, si una persona está distraída y otra se le acerca por la espalda, por lo general la primera reaccionará y se volverá antes de que la otra llegue a tocarla pues si es sensible notara el contacto en la parte exterior de la misma. Por supuesto, esta reacción depende de la intensidad del aura de cada uno. Hay cinco factores elementales que es necesario distinguir:

. De igual manera, la energía de las personas tampoco se ve, pero existe y se puede demostrar. Hoy en día disponemos de aparatos y tablas de medición de energías humanas, como la tabla de Biometre de Bovis, que realiza una lectura de 1.000 unidades hasta el infinito; todavía no se sabe cuál es el máximo. Un difunto ya frío equivale a 0 unidades; un difunto todavía caliente equivale a 1.000, y a partir de aquí empieza la medición de la tabla; de 6.000 a 7.500 unidades corresponde a un adulto sano; de 7.500 a 8.500, a una persona más espiritual, y 9.000 unidades es lo que tiene un recién nacido, casi pura energía, todo espíritu. Como es lógico, cuando una persona enferma, su energía disminuye; así pues, un enfermo de catarro o gripe tiene entre 5.000 y 6.000 unidades de energía; si coge una infección o una enfermedad más grave, su energía desciende de 5.000 a 4.500 unidades; cuando alguien está en un estado grave o una fase terminal de una enfermedad, sólo tiene entre 4.500 y 4.000 unidades; si su estado ya es irreversible o su curación depende de un milagro, la persona está entre 4.000 y 2.500 unidades, y de 2.000 a 2.500 unidades equivale al estado de un moribundo. Las mediciones más altas realizadas con la tabla son 12.500 unidades, que se han medido en centros de peregrinación, como el monasterio de Montserrat en Cataluña, por ejemplo, en un día especial a las doce del mediodía, habiéndose congregado miles de personas para elevar sus plegarias a la Virgen.

"DIOS ES AMOR Y AQUEL QUE MORE EN EL AMOR MORA EN DIOS Y DIOS EN ÉL." (Juan, 4; 16)

Pide amor y comprensión; al mismo tiempo, dalo y medítalo a diario.

            1º: El amor es lo más importante de todo.

            2º: No hay dificultad que no se venza con suficiente amor.

            10º: Todo lo que se hace por amor no es pecado.

            11º: El amor es absolutamente invencible.

¿Cómo definir algo que no se puede ver ni tocar?

Según los científicos, es por una sustancia química que desprendemos y nos hace afines; los románticos opinan que es el flechazo de Cupido; otros opinan que es la sensualidad de la persona, que hace que la del sexo opuesto sienta atracción hacia ella... en fin, se podrían formular diferentes teorías según la mentalidad y la cultura de la persona que las expresara. Si me refiero a la cultura es porque hay diferentes tradiciones en todas las partes del planeta; algunas en las que los padres deciden con quién se han de casar sus hijos ya a muy temprana edad, por lo que los interesados no tienen ni voz ni voto en la elección. Afortunadamente, esto va desapareciendo, pero no hemos de olvidar casos literarios y reales como el de Romeo y Julieta, los amantes de Teruel, etc. personas que acabaron con sus vidas porque sus familias se oponían a su amor. Sus seres espirituales prefirieron estar juntos en la otra dimensión, pues en esta no podían: habían descubierto el amor de verdad y, con él, la verdadera vida, que ya no tenía sentido si su pareja espiritual y eterna no estaba a su lado.

Muchas personas buscan en este mundo de una manera desesperada ese ser al que estaban unidas con un amor espiritual en el otro que dejaron; saben que, si lo encuentran sin necesidad de volver con Dios hasta que no llegue su hora, tendrán la otra mitad que les falta y podrán compartir los placeres de este mundo y afrontar con más facilidad los problemas que puedan surgir. Cuando llegue el momento de salir de esta dimensión, podrán volver juntos al lugar de donde vinieron. Desgraciadamente, conseguirlo no es tan fácil como nos gustaría. Como un amor de esa clase se necesita y se echa de menos, las personas nos esforzamos en encontrarlo; pero, como en esta dimensión tenemos cuerpo físico, es fácil que nos dejemos llevar por lo que ven nuestros ojos, no por lo que nos dicta nuestro ser espiritual o corazón. Por eso hay cada vez más separaciones: el ser espiritual, si no está con su auténtica pareja, se siente solo, desplazado e incomprendido.

No necesitan del teléfono pues, cuando hay una verdadera unión, se produce entre los seres espirituales una comunicación a tal nivel que, si uno sufre, el otro también; si uno está enfermo, el otro se siente mal, etc. como los gemelos, cuyos seres espirituales vienen juntos y pueden influir el uno en el otro.

Es lo que denominamos conexión telepática. Si una persona es receptiva, puede tener esta comunicación no sólo con su pareja, sino también con sus hijos, padres, amigos, etc.

A pesar de que alguien haya encontrado en esta Tierra a su pareja espiritual, por las circunstancias de la vida, puede dejarse llevar por los intereses creados o por las personas que les rodean y que pueden ejercer presión sobre uno que sea débil de espíritu hasta tal punto que sobrevenga la ruptura de la pareja. Sin embargo, esos lazos que se han roto son sólo materiales; los espirituales son todavía más intensos, por lo que las vidas de los miembros de la antigua pareja se convertirán en una agonía continua. No podrán dejar de pensar el uno en el otro de una manera tortuosa, hasta límites indescriptibles.

Esta situación es muy frecuente. Muchas personas, aunque descubren a su auténtica pareja espiritual después de haber entablado sus lazos de unión en esta Tierra con otra pareja e hijos, se hacen responsables de sus actos anteriores y se contentan sólo con verla o poder estar a su lado el mayor tiempo posible. Son conscientes de que esos nuevos lazos terrenales les han creado unas obligaciones y unos afectos que no pueden eludir; si tienen paciencia, cuando se reúnan con Dios estarán con la persona que les corresponde espiritualmente.

El amor también se puede sentir por todas las otras criaturas no humanas que componen la Creación, aunque a veces no prestamos la más mínima atención a la gratitud y amor que ellas nos demuestran.

Las plantas, como seres vivos que son, requieren de nuestro amor y cuidados y, por más que nos parezca imposible, son agradecidas, y nos lo demuestran poniéndose bonitas cuando las cuidamos. Dicen algunos expertos que, si les pones música, reaccionan mejor. A pesar de que me gustan mucho las plantas —casi siempre hemos tenido jardín y me he visto rodeada de la naturaleza—, por falta de tiempo nunca me había detenido a analizarlas; sin embargo, una situación en la que me encontré hace algún tiempo me ha dado siempre mucho que pensar.

Sería hacia finales del crudo invierno cuando, en uno de los muchos viajes que realizamos a Madrid, nos encontramos con una anécdota que, si bien guarda una cierta similitud con otras anteriormente tratadas, es la única que tuvo un desenlace diferente. Creo que servirá de experiencia a todos los que se aventuran a comprar algún tipo de objeto antiguo cuya procedencia desconocen y por el cual, curiosamente, sienten una atracción sin igual; podría decirse que es el objeto el que los adquiere a ellos y la persona, al comprarlo, de una forma inconsciente, se lleva algo que desconoce y que puede acarrear un desenlace fatal en sus vidas.

Los seres humanos somos como todos los mamíferos de la Tierra: tenemos más en común con ellos de lo que pensamos en lo que se refiere a la parte física o material. Por el contrario, hay algo que nos hace ser totalmente distintos a ellos, y es nuestro ser espiritual, que ha estado con Dios. Si careciéramos de él, nuestra vida sería totalmente instintiva, nos regiríamos por la pura supervivencia y no sabríamos diferenciar el bien del mal.

Todo ser que no llega a vivir tras separarse del cordón umbilical nunca ha tenido una verdadera vida, puesto que la existencia del recién nacido se inicia en el momento que tiene una autonomía propia, como ya se ha explicado. De modo que el espíritu de un niño que no ha conseguido llorar o respirar por sí mismo después del parto no ha llegado a venir, pues tal vez no era el momento. Por el contrario, aquellos niños que, al llegar a este mundo, han vivido aunque apenas fuese unos breves momentos, llegaron a albergar un alma, pero su paso era sencillamente transitorio.

Todos nos preguntamos alguna vez cómo puede ser que haya tal abismo, tanta diferencia de carácter entre personas de una misma familia.

En ese caso no funcionaría aquello de que "De tal palo, tal astilla". El ejemplo recibido por los padres, ya sea bueno o malo, tendría que influir en los hijos y no siempre ocurre así.

Él tomarlos no va contra las leyes de Dios, como en muchas religiones se cree, ya que es una forma de regular y buscar el momento que creamos más oportuno para dar la bienvenida al ser que deseamos; aunque en ocasiones de nada sirven, ya que se cumple el refrán que dice "El hombre propone y Dios dispone".

Es un tema polémico y difícil de tratar. Aunque tal vez yo no sea la persona apropiada para hablar de él, me gustaría dar mi opinión sobre lo que se relaciona con el mundo espiritual. Personalmente, yo no lo haría a no ser por motivos prioritarios, que perjudicaran a ambos tanto a la madre como al niño como que el embarazo o el parto supusiera un peligro para la madre, o por haber pasado algo que influyera en la gestación de aquel niño y por lo cual pudiera tener problemas.

Todo lo que nos viene dado es debido a la voluntad de Dios; muchas veces nos ayuda permitiéndonos realizar avances científicos para que las personas puedan tener una mejor calidad de vida.

Muchas personas que adoptan niños no sólo están haciendo un acto de amor a esos niños que adoptan sino que también, tarde o temprano, encontrarán compensación por ello, ya que la gratitud del espíritu del niño adoptado se manifestará.

Cuando una mujer que está poseída por un ser espiritual o varios da a luz, el niño puede nacer con un ser espiritual dentro de él. Hemos conocido varios casos así; lo que no es tan frecuente es que haya espíritus tan fuertes que no sólo poseen el cuerpo del pequeño, sino que también impiden que entre el alma que le corresponde a éste.

Creo que lo que les voy a contar a continuación no fue casualidad, sino una de las maneras que Dios tiene para que confirmemos sus enseñanzas y comprobemos cosas que para todos parecen improbables.

Las mujeres que han sido controladas espiritualmente durante el embarazo han dado a luz niños fuertes, tanto en el aspecto físico como en el espiritual.

La potencia espiritual de un bebé es superior a la de un adulto, ya que el niño es más espíritu que materia. Sin embargo, esto se va perdiendo según se va haciendo adulto.

Hoy en día sabemos que los genes de un niño que se está formando pueden ser alterados por radiaciones que desprenden ciertas materias y objetos, los rayos x, la energía nuclear, aparatos eléctricos y algunos medicamentos que pueden causar malformaciones en el feto.

En nuestro trabajo, son muchos y muy diversos los casos que tocamos; aunque en este libro expongo alguno de ellos, tendría material suficiente para llenar cientos de ellos. Sin embargo, siempre trato de relatar los más diferentes para que con ello haya información sobre gran cantidad de fenómenos que suceden en nuestros días. Mi más ferviente deseo es el de enseñar todo aquello que voy aprendiendo con mi experiencia.

Casas encantadas, embrujadas... ¿a qué nos referimos en concreto? A menudo se confunden los términos y lo consideramos todo por igual, cuando hay una gran diferencia entre las dos cosas. También existen casas en las que se producen fenómenos poltergeist, o se oyen voces extrañas, se ven en el televisor imágenes de personas conocidas y ya difuntas, figuras humanas se ven plasmadas en las paredes y en el suelo, etc. La mayoría de las personas que se encontraron en estas alarmantes circunstancias no supieron a qué eran debidas. Por mucho que los científicos "expertos" han investigado, no han dado con el motivo que lo provocaba, y es que los fenómenos del Más Allá no se pueden estudiar ni medir con técnicas o teorías materiales, salvo muy pocas excepciones; por lo menos así ha ocurrido hasta ahora, aunque muchos, con artilugios un tanto primitivos, traten de hacerlo para satisfacer sus enormes deseos de descartar que están producidos por seres espirituales.

Pueden ser casas contra las que alguna persona, por odio o por venganza, ha hecho magia.

Otra posibilidad es que una casa está embrujada porque sus anteriores habitantes, a través de rituales de bujería o magia, Guija o cualquier tipo de artilugio que pudieron usar en su interior, atrajeron a seres malignos.

Todos los seres humanos, en un momento determinado de nuestra vida, hemos podido enfermar, aunque sólo se haya tratado de un simple catarro. Lo que la mayoría no sabe es que tenemos la gran ventaja de que nos vamos reparando continuamente, y este mecanismo es capaz de curar cualquier tipo de enfermedad o molestia física; si no fuera así, cuando nos cortáramos con cualquier objeto, las células no se repararían y la herida quedaría sin cicatrizar.

Aunque muchos creen que la enfermedad se produce en la parte física o materia, no es cierto, ya que se origina en nuestra parte etérea o alma; todos los daños que se produzcan en ella, con el transcurso del tiempo se verán reflejados en nuestro organismo, como si ese fuera su único origen y su aparición fuera reciente. Así pues, debemos recordar que la enfermedad es un proceso más profundo de lo que se suele pensar.

Nuestro trabajo no consiste en curar el cáncer, pero al tratar a tantas personas espiritualmente he comprobando que muchas que sufrían este tipo de trastorno se han curado de una forma total ante el asombro de la persona afectada, familiares y amigos, y otras que ya estaban en estado terminal han mejorado, aunque había daños que ya eran irreparables y que no se curaron. Me planteo la posibilidad de que, al haberles quitado el ser espiritual que se lo provocaba y tras haber rezado la persona la oración de protección, su cuerpo ha entrado en armonía y ha reparado las partes dañadas.

De todos es conocido este tipo de supuesta medicación que da buenos resultados: se trata de suministrar al paciente un producto que no tiene ningún componente curativo, simplemente es agua con un poco de azúcar y esto le cura. Este sistema se experimentó con unas personas de forma científica: a la mitad de los pacientes se le dio la medicación habitual para su enfermedad; a los restantes se les suministró un tratamiento placebo y se curaron todos por igual.

Ya a finales de este siglo son muchos los investigadores que se han dedicado al estudio de la mente para saber qué tipo de relación guardaba con la recuperación de varios pacientes aquejados de un mismo mal. Si bien recibían la misma medicación, los que procuraron mantenerse en estado de relajación mediante diversas técnicas, que también les servían para estar más positivos y enfrentarse a la enfermedad con la mente, obtuvieron resultados bastante más satisfactorios que los pacientes que no utilizaron estas técnicas.

No es más que la propia energía que desprende nuestro espíritu y que es potenciada por nuestro cuerpo, que es el que se la da. Somos como una bombilla encendida y nuestra aura es la luz que resplandece en todo nuestro entorno y que nos cubre a modo de protección.

Son diversas las causas: la contaminación, las radiaciones y el peor enemigo, los seres espirituales que, a modo de parásitos, se meten en las personas y, para acceder a su parte física, primero han de romper esta capa inmunitaria que nos protege, que siempre comparo con la capa de ozono que preserva nuestro planeta de las radiaciones solares (Y que también puede tener relación con la rotura del aura de los seres humanos, puesto que rompe el equilibrio natural de nuestro entorno y, con ello, el de nuestro cuerpo. Quizás por eso cada vez son más diversas y nuevas las enfermedades que padecemos.)

Un curandero es una persona que dice poder curar a los demás. La verdad es que todos tenemos la capacidad de curarnos si tenemos fe, pues todos somos iguales por ser hijos de Dios;

La mayor parte de los medicamentos que tomamos se obtiene de sustancias naturales o hierbas curativas que nacen en el campo y que siempre hemos tenido a nuestro alcance para podernos curar.

Por todos son conocidas las barbaridades que se cometieron en la Segunda Guerra Mundial. Algunas personas porque sobrevivieron a ello y pueden testimoniarlo; otros sabemos lo que hemos visto y leído en los reportajes emitidos en diversos medios de comunicación, en los ensayos, novelas y películas basadas en los testimonios de aquel horrible terrible holocausto dirigido por una mente diabólica y perversa que se creía dueña de un inmenso poder y que, con la excusa de mejorar la raza humana, lo que pretendía era destruir la creación de Dios. Tras esa mente retorcida y maligna hay dos aspectos fundamentales.

En la historia del hombre en su paso por este mundo, hay dos cosas que le que hacen superar las malas experiencias de esta vida: la fe y la esperanza, que nos permiten sobreponernos a todos los sinsabores y contrariedades con la ayuda de Dios. Cuanto peor lo pasamos y más desesperados estamos, sin darnos cuenta nos acercamos más a Él; En estos estados de terrible soledad en que a veces nos vemos, a nuestra mente acude el recuerdo de Aquél que nos dio el ser.

Son muchas las religiones que hay en el mundo, pero todas tienen algo en común: el dogma de fe. Sin embargo, hay que entender lo que la fe significa y no malinterpretarlo: no es más creyente el que más se golpea el pecho y presume de ello, sino aquél que lo demuestra con sus acciones, ayudando a sus hermanos espirituales que, en definitiva, somos todos.

El ser humano, en general, se ha ido decantando hacia su parte más material y se ha dejado llevar por todo lo que ella conlleva, que precisamente nos hace ser egoístas y valorar por encima de todo la necesidad de poder.

La Guija y la Verónica son diferentes artilugios que utilizan hoy en día muchos jóvenes, inconscientes de lo que puede suponer, quizás para encontrar esa espiritualidad y esas respuestas que van buscando; carecen, como la gran mayoría de personas, de la información adecuada, su curiosidad es inmensa e ignoran hasta qué punto sus vidas corren peligro si se introducen en ese lúgubre mundo de tinieblas, a veces sin retorno, pues a muchos les ha costado la vida. Aunque temamos a lo desconocido, la curiosidad puede ser superior al miedo.

La palabra significa "el adversario de Dios"; la Iglesia siempre le ha definido como el maligno, el ser espiritual que se enfrentó a Dios y representa la maldad, la perversión, el pecado. No es que vayan desencaminados, pero se les ha olvidado recalcar que cualquier hermano nuestro, a la hora de morir, cuando el alma se separa de su cuerpo, se convierte en demonio si decide no ir con Dios.

Realmente, este trabajo que yo estoy realizando le toca desempeñarlo a los miembros de la Iglesia, que son los más indicados para ello como servidores de Dios que son. Aunque el Vaticano tiene ya sus exorcistas, por las referencias que tengo creo que lo que están haciendo no es suficiente. Aquí entraría el tema de la fe, ya que antes de poder realizar exorcismos tuve que pasar unas pruebas muy duras. La fe no se demuestra solamente con un hábito, como dice el refrán, sino con las acciones de cada día.

La única manera de ayudar a una persona poseída por un espíritu es realizando un exorcismo. Lo mejor es que se encarguen de ello personas preparadas y especializadas, pero, como ya expliqué en Rayos de luz, en el capítulo tercero, un grupo de personas con mucha fe y buena voluntad puede llevarlo a cabo si se ciñen a una serie de requisitos y rezan las oraciones adecuadas.

La persona que ha sufrido una posesión debe colaborar haciendo esta oración después del exorcismo, ya que eso representará el 50% de su recuperación; no cabe duda de que quien la libra del mal es Dios, a través de mí o de la persona que realice el exorcismo en aquel momento, pero Él requiere la colaboración y la fe de la persona afectada, pues tal y como está el mundo espiritual, podría coger otros seres espirituales si no se sabe proteger y no tiene la fe necesaria. La cito a continuación para que todos la tengan presente:

Se ha hablado muchísimo ya de las apariciones que se produjeron en Fátima y en Lourdes y de la cantidad de fe que se mueve en esos lugares. Puede resultar increíble; todos, de alguna manera, van buscando desesperadamente ayuda para sus problemas, pero es muy necesario que seamos cautos, y lo digo por mi propia experiencia.

El trabajo que realizo diariamente, así como la reflexión y la investigación de los cuales es fruto este libro, me han permitido llegar a la conclusión de que la Iglesia se tiene que involucrar más en este tipo de ayuda espiritual, pues cada vez son más las personas que lo necesitan para poder estar unidas y en armonía. De esta misma opinión o parecida son algunos sacerdotes entre ellos el padre Gabriele Amorth Amorth exorcista del Vaticano de Roma que a escrito un libro en el cual sin conocernos apoya esta misma teoría.

Para muchas personas parece casi imposible que una imagen de yeso, cerámica o madera pueda llorar e incluso sangrar, como si de un ser humano se tratara. Realmente, estos u otros materiales con los que se pueden crear imágenes religiosas carecen de sustancias orgánicas vivas como la sangre y las lágrimas, que sólo forman parte de los seres vivos.

¿Cómo definir la magia, algo que puede serlo todo y, en definitiva, no ser nada? Mágicas son todas aquellas cosas que alteran nuestra consciencia de una forma voluntaria (y a veces involuntaria, inconsciente). Cuando nos enamoramos, nos sumimos en un estado mágico, como si flotáramos, como si todo lo que nos rodea fuese mejor. En otros casos, si nos comunicamos con alguien de una forma inconsciente, se podría considerar que estamos realizando magia, aunque muchos lo denominan telepatía.

La falta de información y la ignorancia son dos vértices que conducen de igual forma a la superstición y al fanatismo, y de estos extremos se puede llegar incluso a la locura, como pasó en un pueblecito español en el que dos vecinas, creyendo que la hija de una de ellas llevaba un engendro del diablo, se dedicaron a arrancarle las entrañas a aquella pobre niña, que murió como una mártir. La ignorancia de ambas fue utilizada por un ser espiritual maligno, que hizo creer a la vecina que poseía unas facultades especiales inexistentes; esa ignorancia y la superstición facilitaron que las espeluznantes ideas del espíritu oscuro triunfaran en las mentes de las mujeres que perpetraron aquella terrible masacre. Si hubieran tenido conocimiento espiritual, seguramente eso no hubiera sucedido.

Si no depositamos nuestra fe en la oración, confiando en que algo tan simple nos puede ayudar, debilitamos nuestra fe en Aquél que lo puede todo y que es indiscutiblemente el único que nos puede ayudar.

Esta es una pregunta que todos nos hemos hecho en algún momento de nuestra vida; queremos saber de dónde venimos y a dónde iremos después de dejar este cuerpo físico que utilizamos durante nuestra estancia en la vida material; cómo se producirá la muerte física y si será muy doloroso dejar este cuerpo que ha sido nuestro compañero en la existencia en la Tierra.

Salimos a la inversa de cuando nacemos: cuando venimos a la vida física, lo hacemos hacia abajo; cuando nacemos a la vida espiritual a través de la muerte, lo hacemos desde la cabeza y hacia arriba, o sea, el cuerpo espiritual de la persona va saliendo poco a poco mediante espasmos o contracciones, igual que en su nacimiento.

Cuando nos abandona nuestro espíritu, que da vida al cuerpo físico, y se rompe el cordón de plata, una ligadura de energía que los une a ambos; hay personas que, sin romperse dicho cordón y, por lo tanto, sin haberse producido la muerte, pueden percibir el mundo espiritual y ver a familiares que ya han muerto.

Toda persona que tiene una experiencia de este tipo cambia porque entonces sabe con certeza que hay otra vida después de ésta. Por eso cuentan que han atravesado un túnel de luz, que no es ni más ni menos que la entrada en el Más Allá o mundo espiritual.

Cuando una persona muere a causa de su edad avanzada o por la fase terminal de una enfermedad, su ser espiritual percibe que se va yendo y, poco a poco e inconscientemente, el sujeto se va preparando para la etapa de finalización. Por el contrario, cuando la muerte llega de forma inesperada y traumática, el espíritu de la persona puede llegar a rebelarse, porque cree que no era su momento y considera que aún debería estar aquí durante algún tiempo más.

Mucha gente se pregunta si esto es o no es bueno y lícito. Personalmente, yo opino lo que dice la medicina: "Mientras hay vida, hay esperanza." Sin embargo, no estoy de acuerdo con el hecho de prolongar la agonía de una persona que se halla en un estado irreversible, ya sea por accidente o por enfermedad, ligándola a una máquina a pesar de saber que no se puede hacer nada.

Siempre nos horroriza saber que alguien se ha suicidado; nos preguntamos por qué lo habrá hecho, suponiendo que tendría motivos muy serios... En el fondo, no podemos llegar a comprenderlo, ya que Dios nos ha dotado de algo muy importante para subsistir en este mundo difícil: el instinto de la supervivencia.

Sin causa aparente, algunas personas se van apagando como una vela.

Este es un tema frecuente en nuestros días, pero no por ello resulta menos polémico.

Muchas culturas que carecen de un verdadero conocimiento espiritual y sólo se alimentan de supersticiones, creen que después de muerta, una persona mantiene todavía algún tipo de relación con su cuerpo físico.

A lo largo de los tiempos, el hombre ha establecido su propia justicia para tratar de castigar a todo aquél que se salta las normas de nuestra sociedad y se convierte en un peligro para todos.

Por celos, ideas políticos, dinero, poder, odios y rencores, el hombre puede llegar a hacer cualquier cosa; a veces cree que, eliminando a todo aquél que se interfiere en sus metas o que ataca a sus valores morales, se sentirá mejor.

Probablemente todos los lectores habrán visto alguna película sobre el tema. En ellas se muestra lo difícil que es llevarlo a cabo, esconder el cadáver... parece increíble, pero, por escondido que esté, es muy raro que no aparezca tarde o temprano.

Si la muerte de una persona cursa con dolor y sufrimiento, cuando deja su cuerpo y se va en espíritu con Dios, esos dolores desaparecen; por el contrario, si su alma se queda vagando por aquí, los sufrimientos son los mismos que a la hora de su agonía; o sea, que no siempre es cierto que la muerte proporciona alivio y descanso a un ser atormentado.

Todavía en este siglo XX se han perpetrado profanaciones de tumbas, en aras de la ciencia o del arte, pero en algunas lamentables ocasiones con la intención de turbar el descanso de los muertos. Casos conocidos por todo el mundo son las excavaciones realizadas por arqueólogos en Egipto, algunas de las cuales tuvieron mal final, como la exploración de la pirámide mortuoria del faraón Tut Ank Amon: Se dice que pesa una maldición sobre los que entraron en ella.

Este último capítulo es el testimonio de una persona que, desde su nacimiento, ha pasado por una serie de vicisitudes para llegar a captar algo que era poco usual en aquellas fechas; tanto el ejército, la NASA e incluso los gobernantes de todo el mundo trataban de encubrirlo. Quizás este fenómeno ha llegado a su punto límite, ya que muchas las personas han sido testigos de este tipo de experiencias; por lo tanto, no se puede ya ocultar más algo que es del dominio ya de la humanidad.

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